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NOTA DE TELAM:
TEATRO-SABATO
ROBERTO IBAÑEZ EN UNA
POTENTE VERSION DE LA NOVELA "EL TUNEL"
Buenos Aires, 9 de
septiembre (Télam, por Héctor Puyo).- El actor Roberto Ibáñez, dirigido por
Andrés Bazzalo, volvió a los escenarios porteños con su elogiada versión de
"El túnel", sobre la novela de Ernesto Sabato, en El Tinglado, Mario
Bravo 948, los domingos a las 20.30.
El dúo ya había incursionado en el texto hace tres lustros, al punto de llevar
su puesta por países de América y Europa, incluso por aquellos que desconocen
el castellano y cuyos públicos se dejaron arrastrar por la conmovedora
actuación de Ibáñez.
Por su desarrollo cronológico y su relato en primera persona, "El
túnel" es la novela más adecuada de Sábato -quizá la única- para ser
llevada a las tablas, ya que sus personajes son apenas un puñado y el conflicto
psicológico del protagonista ofrece mucho paño para cortar.
La acción se desarrolla a mediados de la década de 1940, aunque el
protagonista, pintor de caballete de nombre Juan Pablo Castel, no hace ninguna
mención a hechos históricos y sólo se ocupa de su drama, un amor loco por una
mujer llamada María y figura evanescente.
La obra sigue casi en su totalidad a la novela y de entrada se sabe que el
pintor terminó asesinando a esa mujer amada, en una historia con mucho de
subjetivo -y aun de misoginia- con un enfoque fatalista y cercano al existencialismo
entonces en boga que entusiasmaba al autor.
El relato está dicho de boca al público en un escenario que remeda con pocos
elementos el atelier del artista, donde el hombre, a la manera del protagonista
de "Diario de un loco", de Gogol, va ingresando en un mundo cada vez
más propio y asfixiante.
Así se sabrá que la única persona que justifica el asesinato es la propia
víctima, a la que el pintor conoce en una exposición de sus obras, donde María
se detiene en una ventanita marginal que aparece en un cuadro, lo que
constituye el disparador de su curiosidad por ella.
En un tránsito donde el amor y el odio se entrelazan, el hombre mezcla su
obsesión con ironías sobre la pintura contemporánea y las exposiciones que
decide desdeñar, y en un gesto de vanidad incita a la mujer a hablar de ciertos
detalles de su propia pintura.
Se suceden algunos encuentros y llamadas telefónicas en la que ella parece
entregarse para luego huir sin explicación y, desde la subjetividad de Castel,
comienza a adquirir ribetes sádicos, sobre todo desde que él descubre que tiene
un marido ciego y posiblemente un amante consentido por su entorno.
Esa conducta se extiende a las visitas que el pintor hace a la estancia donde
María se refugia y donde ni siquiera puede verla, además de recibir fuertes
críticas sobre su pintura por parte de una parienta, situaciones que el lector
(espectador) puede poner en duda, dadas las ensoñaciones del personaje.
El desvarío del hombre -que Ibáñez y Bazzalo entregan en dosis homeopáticas- y
la amenaza de muerte contra la mujer se contagia del pensamiento de algunos
letristas de tango y confirma un desenlace sangriento.
El trabajo de Ibáñez es sencillamente estupendo, seductor, con un ritmo verbal
que ingresa en el terreno de lo conmovedor; es una confesión donde por momentos
se olvida la convención actor-espectador y donde se asiste a la autodisección
de un espíritu en caída.(Télam).-
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NOTA DE PÁGINA 12:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/10-26318-2012-09-02.html
DOMINGO, 2 DE SEPTIEMBRE DE 2012
TEATRO › VERSION ESCENICA DE LA NOVELA EL TUNEL, DE ERNESTO
SABATO
Un clásico que exige nuevas lecturas
A diez años
de su última función, Roberto Ibáñez y Andrés Bazzalo reestrenan la pieza
teatral en la sala El Tinglado.
Por Cecilia Hopkins
“La diferencia entre un novelista y un loco es que el
novelista puede ir hasta la locura y volver”, dijo Sabato a propósito de El
túnel, obra de ficción que narra la desesperada confesión de un hombre que mató
a la mujer que amaba. A esta obra publicada en 1948 debió el autor su
reconocimiento internacional amén de los elogios de Albert Camus y Thomas Mann,
entre otros. Inspirado en el pensamiento existencialista afín a la época, el
relato de Juan Pablo Castel, el joven artista plástico que se enamora de María,
a su parecer, la única persona capaz de comprender su arte, está atravesado por
temas tales como la búsqueda del absoluto, la incomunicación y el amor como
antídoto contra la soledad. Estrenada en versión teatral por Roberto Ibáñez en
1996 bajo la dirección de Andrés Bazzalo, El túnel recorrió Europa y
Latinoamérica. A 10 años de su última función, Ibáñez y Bazzalo están prontos
para el reestreno. Será hoy en El Tinglado (Mario Bravo 948).
El montaje continúa fiel
al texto original, “apenas organizado teniendo en cuenta el devenir dramático”,
según explican el director y el actor en diálogo con Página/12. “Ni antes ni
ahora buscamos cambios en el texto: la palabra literaria brilla con toda su
intensidad sin ningún coloquialismo”, aseguran. En cuanto a otros aspectos,
advierten que de la puesta original quedan muchos elementos, aunque de ningún
modo realizaron “un trabajo de exhumación de aquella experiencia”. Los cambios
más notables, según adelantan actor y director, tienen que ver con la necesidad
de no dar tanta información al espectador acerca de los lugares donde se
produjeron los hechos narrados por el protagonista, ateniéndose a un espacio
despojado: “No se sabe si está en la cárcel o encerrado en su propia cabeza”,
destacan. Respecto de la puesta original se mantiene a ultranza, según
subrayan, la intensidad del relato del personaje que rememora obsesivamente las
circunstancias que lo llevaron al crimen. Dice Ibáñez: “El recuerdo no lo
libera a Castel sino que, por el contrario, se ve en la obligación de repasar
todos los detalles de su historia, como si quisiera lograr que alguien lo
comprenda”. En este sentido, la puesta tiene el objeto de integrar a los
espectadores como destinatarios de la confesión del protagonista. Según
relatan, El túnel mantuvo el interés del público en países en los cuales fue
visto, como en Bulgaria, sin traducción simultánea. En muchos casos, el
espectáculo fue invitado a diversas universidades: “En Chile, durante un
congreso de literatura, llegamos a hacer una función para 2000 espectadores”,
recuerdan.
–¿En qué creen
que puede variar la recepción de la obra?
Roberto Ibáñez: –El texto tiene una potencia tal que después de
pasados los años sigue resonando con fuerza. En relación al aislamiento del
protagonista, hoy creo que este tema se agravó. Con el desarrollo de la
tecnología comunicacional vemos que las relaciones se han vuelto más distantes
y las dificultades de comunicación crecieron. Sabato ya advertía en sus
escritos el peligro de que la tecnología podría acentuar la soledad del hombre.
Andrés Bazzalo: –Hay muchos temas que siguen vigentes, incluso para
los más jóvenes. El túnel es un clásico de la literatura argentina y hace años
que se lee en la secundaria. A los adolescentes les impacta leer acerca de
cosas que a ellos mismos les sucede: la experiencia de la soledad, el sentirse
diferentes, la sensación de vulnerabilidad. El túnel representa también lo que
uno quisiera hacer y no se anima.
–¿Cuál es el
punto de vista del espectáculo en relación con el protagonista?
A. B.: –Nosotros nos ponemos del lado del personaje de Castel
con la idea de comprenderlo. Porque hubiera sido fácil condenarlo como a un
loco. Por supuesto que no se trata de justificar un crimen. La novela habla de
una relación oscura y compleja, en la que ambos, el que mata y la que es
asesinada, juegan con los límites del peligro.
A. B.: –Nosotros nos ponemos del lado del personaje de Castel
con la idea de comprenderlo. Porque hubiera sido fácil condenarlo como a un
loco. Por supuesto que no se trata de justificar un crimen. La novela habla de
una relación oscura y compleja, en la que ambos, el que mata y la que es
asesinada, juegan con los límites del peligro.
* El túnel va los domingos
20.30 en El Tinglado, Mario Bravo 948.
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NOTA DE LA NACIÓN:
http://www.lanacion.com.ar/1507474-roberto-ibanez-recupera-su-version-de-el-tunel
Miércoles 12 de septiembre de 2012 | Publicado en edición impresa
Unipersonal
Roberto Ibáñez recupera su versión de El túnel
Vuelve a escena la versión teatral de El túnel, la novela de Ernesto Sabato, una fuerte obra dramática
"He
venido con mucho miedo. Ustedes realizaron un trabajo muy peligroso:
trasladaron al teatro una narración que fue concebida para su lectura. Han
vencido los peligros de una manera notable." Con estas palabras el
escritor Ernesto Sabato se refirió, en 1996, a la puesta en escena de su novela El túnel, según la versión del
autor e intérprete Roberto Ibáñez, cuya puesta en escena realizó Andrés
Bazzalo, en el Centro Cultural General San Martín.
El
proyecto entonces había nacido de manera singular. Ibáñez viajaba a Europa por
cuestiones familiares y quería llevar un unipersonal "bien
argentino". Versionó El
túnel y se lanzó a la
experiencia, al comienzo con muchas dudas, pero luego con una fuerte pasión.
A
las exitosas funciones que tuvieron lugar en Buenos Aires se fueron sumando, ya
en Europa, presentaciones en Inglaterra, España, Francia, Bulgaria, Portugal y
Bélgica. Participó con el espectáculo en numerosos festivales y encuentros de
estudiosos universitarios. Ibáñez recuerda hoy con mucha felicidad que en Sofía
lo aplaudieron de pie 800 personas y en Santiago de Chile actuó ante 2000
espectadores.
El
trabajo, ahora revisado, vuelve a escena. A partir del próximo domingo, se
presentará semanalmente en El Tinglado. "Hace tiempo que con Bazzalo
venimos manejando la idea de reponer El
túnel -cuenta Ibáñez-. Esta
era comunicacional dominada por Internet, Facebook, nos acerca y, a la vez,
extrañamente, nos termina llevando a una profunda soledad y al aislamiento. A
reflexionar profundamente sobre nuestra existencia. Y si a eso sumamos la
violencia de género que ha aparecido últimamente, creo que esta historia de
amor y celos que termina en un trágico asesinato, aún hoy puede movilizar
nuestra atención."
Por
estos días, el actor se ha dado cuenta de que la novela y él tienen la misma
edad. "Mientras yo crecía en el vientre de mi madre, Sabato terminaba de
dar forma a la historia de Juan Pablo Castel y María Iribarne", cuenta.
Para esta reposición, la dramaturgia presenta algunos cambios. "En verdad,
reordené algunas cuestiones en función de la contundencia que exige el teatro.
La novela está escrita en primera persona, te lleva sola, como un río. Ahora
que he vuelto a meterme en esta historia, siento que vino a auxiliarme la
experiencia, la confianza. El texto es un piso de mucha solidez. Empezaron a
aparecer otro tipo de matices. Y me sucede algo extraño: me da miedo ser
Castel, porque me siento muy cómodo representándolo. Su manera de provocar al
actor es muy severa y estoy muy tranquilo. Una de las dificultades que siempre
me preocuparon es que se trata de una tragedia y no debo pasarme de rosca para
encontrar un exacto tono realista que resulte verosímil."
Una vez más, la inquietante trama
de El túnel volverá a ponernos en contacto con
ese intenso mundo reflexivo que propone Ernesto Sabato.